Ciudad Victoria.- Un negocio redondo el que la maestra Adriana Cervantes Chiquito ejerce como supervisora de la 1ra. Zona de la Unidad de Servicio de Apoyo a la Educación Preescolar (USAEP), toda vez que su ambición no tiene límite, a tal grado de mantener a su esposo como aviador con cinco horas en una plaza administrativa.

Por si fuera poco, la profesora en mención es dueña del edificio en donde se ubican las oficinas de la Supervisión Uno, con domicilio en calle Canelo y Mora, del Fraccionamiento Las Flores.

Además, cobra una cantidad importante por concepto de renta del salón de usos múltiples del mismo predio, en el cual también posee la concesión de la cafetería.

Lo que para unos representa algo sin importancia, para Cervantes Chiquito todo se traduce en dinero y para muestra el abuso de poder, al recaudar fondos por la recolección de basura, por el uso de los baños sanitarios y al hacer propias las ganancias de la máquina de refrescos.

Y para colmo de males, la maestra Adriana establece tarifa por cualquier reparación que se llegase a realizar en la estructura del edificio.

En contubernio con un directivo incondicional, como es el caso de David Adrián Ruiz, la docente Cervantes Chiquito aplica la cobranza por el permiso que requieran los empleados de preescolar, adscritos a la 1ra. Supervisión, manejándose periodos de 6 meses a 1 año.

Este 2025 se cierra con otra fechoría más de la maestra Adriana, quien está empecinada en dividir una aula para darle cabida a otro directivo de su absoluta confianza y lo peor es que pretende que sea la Directora en turno la que pague las adecuaciones que incluyen una pared de plafón y una puerta metálica, pese a que la reducirá en espacio de centro laboral.

Se hace un llamado para que las autoridades de educación en Tamaulipas asuman la responsabilidad de investigar este caso y actuar contra quienes resulten culpables.